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¿Existe o no una solución para combatir el Cambio Climático?

  • Javier López Casarín
  • 1 oct 2019
  • 4 Min. de lectura

La advertencia de las catástrofes causadas por el cambio climático no son nuevas, pero las repercusiones que se están viviendo por todo el globo sí lo son. En Bangladesh la marea ha subido tanto que pueblos enteros están desapareciendo y se estima que suba 1.5 metros al final del siglo. México por su parte, duró más de un año con playas repletas de sargazo en la Riviera Maya, un fenómeno que antes sucedía sólo unas semanas. Las consecuencias de la irresponsable actividad humana con la naturaleza se están manifestando por todo el planeta y el cambio hoy más que nunca es urgente.


Los jóvenes lo saben y en efecto son los más afectados. La crisis que viven no pasajera o que pueden arreglarla en el futuro, es un problema que hoy se está desarrollando en un paso acelerado y que les impide visualizar un futuro posible.


Las manifestaciones de jóvenes en Nueva York –donde se realiza la semana del clima y la Cumbre Acción Climática 2019– tienen a la cabeza a Greta Thunberg y demuestran lo que pocos habían querido aceptar: que no se puede tener un cambio suave y pacífico. Exigen a líderes mundiales la necesidad de tomar acciones trascendentales y cambios concretos a corto plazo que realmente transformen la realidad en la que vivimos y a la que nos acercamos.


Compromisos y resultados

En 2015 se firmó El Acuerdo de París, donde casi 100 países se comprometieron a combatir el cambio climático y evitar el incremento de la temperatura a nivel mundial. Sin embargo, a cuatro años del acuerdo Estados Unidos decidió cancelar su participación dejando a la deriva a muchos países latinoamericanos que iban a recibir apoyo tecnológico para reducir su huella de carbono.


El enojo de los jóvenes y el resto de la sociedad cívica evidentemente está incrementando. De la misma manera que Estados Unidos se retiró, otros países no han comenzado a mostrar resultados verdaderos.


De momento México firmó el llamamiento de los países que conforman el "Panel de Alto Nivel para la Construcción de una Economía Oceánica Sostenible". Según la Secretaría de Relaciones Exteriores: "Con la firma del documento y la activa participación de nuestro país, el Gobierno de México fortalece su liderazgo en iniciativas multilaterales encaminadas a lograr un océano limpio y sano, el uso sostenible de los recursos oceánicos, el crecimiento y desarrollo económicos”.


Al ponerse en marcha, estos acuerdos cambiarán la manera en que las actividades económicas se realizan actualmente. La incertidumbre siempre ha sido enemiga del progreso, pero el cambio es inevitable y necesitamos encontrar las áreas de oportunidad que permitan construir un mejor futuro. Por ejemplo, la industria de energía eólica es un gran generador de empleo, incrementa la competitividad y es una de las industrias más limpias del mercado; su impacto económico, sólo en Estados Unidos, es de 20 mil millones de dólares al año. O la energía nuclear, que ha demostrado ser eficaz y que con más investigación podría ser una de las energías más sustentables del planeta, pero que por cuestiones históricas evidentes sigue siendo temida por muchos gobiernos, sin embargo, hay algunos que continúan trabajando en mejorar su uso para combatir el cambio climático y abastecer de energía al planeta.


La verdadera solución


La solución no está en hacer las mismas cosas de siempre de una manera distinta, si no en encontrar nuevas propuestas que solucionen el problema. La humanidad siempre ha roto paradigmas, las enfermedades de hace siglos que eran consideradas plagas hoy son pequeñas molestias pasajeras. La biotecnología y la infotecnología están avanzando más rápido de lo que podemos comprender y en quizá en ellas se puede encontrar la clave para combatir una batalla que parece perdida.


Hay empresas que están trabajando en la reducción de emisiones de carbono, otras que buscan la manera de ser sustentables, aunque la industria sea históricamente contaminante. Tal es el caso de la moda. Con la crisis climática, muchas marcas han nacido bajo el esquema de colaboración digna, métodos orgánicos, sustentables y naturales. Incluso marcas de fast fashion como H&M, Forever 21 y otras, están trabajando en cambiar sus métodos de producción y en campañas de reciclaje para disminuir el gran impacto ambiental que han provocado. Tomemos el ejemplo de la segunda. Forever 21 indica que todo el plástico de sus bolsas es 100 % reciclado, que la sede de la marca en California tiene la tercera instalación de páneles solares más grande, que donan millones a caridad y que favorecen el envío de su mercancía por mar y no por aire para contaminar menos.


Otros proyectos, como los de Boyan Slat de 25 años, realmente están combatiendo el problema de primera mano. Su start up, Ocean Clean Up, ha creado una gigantesca estructura en forma de “U” que planea limpiar el Océano Pacífico del 90 % del plástico que hay en él. Espera que su trabajo ayude a concientizar del problema a otros y que para 2040 casi no exista plástico en el mar.


La cooperación internacional es clave en esta lucha. Mientras los gobiernos no lleven a cabo acciones concretas que obliguen a las grandes empresas a seguir un estándar de calidad y sustentabilidad para ayudar al planeta, todo será en vano. Las acciones individuales son buenas y siempre serán aplaudidas, pero está en nuevas leyes y reglamentos para empresas transnacionales, en el enfoque científico que permita investigación y desarrollo tecnológico y en un cambio de conciencia para que la crisis climática termine.

 
 
 

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